Sentada sobre su cama con las piernas cruzadas y con la
mirada perdida en algún punto del hermoso paisaje que se proyectaba por la
ventana de su cuarto. Una pequeña lágrima bajó por su mejilla para terminar en
sus labios, esos secos labios sin vida. No entendía ni de matemática ni de
física, tampoco de ética. Tan solo recordaba
cada escalón que bajaba, su forma de mirar y cada gesto que él le
regalaba. Parecía querer comerse al mundo con tan solo su mirar y su
sonría.
Se rió al comprobar que nada se podía intervenir en sus sueños y con esa misma sonría cerró los ojos.
Se rió al comprobar que nada se podía intervenir en sus sueños y con esa misma sonría cerró los ojos.
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